Una extraña costumbre que nos debe preocupar

Está de modo decir 'Yo te bendigo" en vez de "Dios te bendiga". Se oye también "yo declaro", "yo mando".Y "Yo decreto". ¿Es saludable tanto yo?

Juan Stam
Juan Stam

F                                          Una extraña costumbre que debe preocuparnos

En los últimos años, amplios sectores de la comunidad evangélica vive pasando de una novedad sensacional a la siguiente, como un borracho que anda a caballo, al decir de Martín Lutero. Entre esas modas recientes está la costumbre de decir "Yo te bendigo" en vez del tradicional "Dios te bendiga". Aunque eso ya es muy común, y no dudo de la sinceridad y buena voluntad de las personas que me lo dicen, tengo que confesar que me entran dudas cada vez que alguien proclama esa solemne bendición sobre mi existencia. Me pregunto exactamente qué puede significar, o qué estará pensando esa persona. ¿Será simplemente una versión evangélica de "Buena Suerte"? Para ser sincero, esa invocación solemne no parece haber traído ningún beneficio concreto en mi vida (que de por sí es maravillosamente bendecida por Dios). Me cuesta tomar con seriedad una bendición puramente verbal y formal, por un desconocido o una desconocida que pronto se olvidará de mí y desaparecerá de mi vida, como yo de la vida suya. Me confunde aun más el otro lado de este nuevo fenómeno, y es que el flamante "Yo te bendigo en el nombre del Señor" ha desplazado casi totalmente la invocación de la bendición divina. Ya se oye muy poco "Dios te bendiga", y algunos hasta lo entienden como una falta de fe, una timidez en asumir la autoridad que Dios ha puesto en las manos nuestras y por ende ya no en las manos de él. Parece que esta "renovación" nace de una enseñanza que nos trajo el famoso pastor coreano, Yonggi Cho. Yo mismo escuché su sermón en Costa Rica cuando nos explicó que si Cristo nos ha entregado las llaves del cielo a nosotros, entonces ya no las tiene él. ¿Podría haber algo más obvio que eso? Después de su sermón, el reverendo asiático dividió a todos los presentes según las provincias del país para ejercer el poder de las llaves sobre sus respectivos territorios y proclamar bendición sobre sus provincias. Después, unos pastores alquilaron una avioneta para echar aceite, en el nombre del Señor, sobre las ciudades y campos, montañas y valles, de todo el país. La fuerza mística de la "bendición" taumatúrgica, reforzada por la fuerza mística del aceite bendecido, debía asegurar avivamiento en nuestra patria y una notable transformación. De hecho Costa Rica cambió mucho después, pero de mal en peor en pésimo. Y aunque la nueva doctrina de Yonggi Cho es lógicamente irrefutable, no es bíblica y de hecho es peligrosa para la iglesia. Lo que Cristo comparte con nosotros, no lo pierde él. El sigue siendo Señor de la iglesia y de la historia; las llaves todavía están en sus manos. Inferencias doctrinales, aun cuando son lógicamente válidas, pueden llevarnos a herejías. Muchas enseñanzas de los Testigos de Jehová y los Mormones son rigurosamente lógicas, pero gravísimos errores doctrinales. Como escribí en un artículo anterior, sobre el púlpito evangélico, "los heréticos son muy lógicos, pero nada bíblicos. No toda inferencia lógica del texto es fiel al sentido de él y al mensaje que el Espíritu Santo inspiró". A menudo me pregunto, "¿En qué cree este hermano que él (o ella) me puede bendecir? ¿Qué autoridad cree tener para declararme bendecido?". Creo que no exagero al ver aquí un vestigio del catolicismo tradicional, entre las muchas cosas poco bíblicas del catolicismo que los evangélicos hoy vamos incorporando en nuestra práctica religiosa en vez de otras cosas buenas de ellos. Cuando alguien me pronuncia una bendición de ésas, me digo, "Sólo falta que me bendijera el santo padre en Roma". ¿Pero creemos los evangélicos en la fuerza espiritual de "una bendición papal"? Personalmente, y con todo respeto, no creo que el Papa ni nadie más me puede declarar bendecido; eso sólo Dios puede hacer. Lo que pasa es que entre los evangélicos, no creemos en el Papa pero muchos queremos ser pequeños "papitos" y repartir bendiciones papales. Me parece que el fenómeno bajo consideración es síntoma de un problema más general. El "cristianismo lite" de nuestra época ha acentuado al extremo el individualismo, y en muchos casos el egoísmo, que son típicos de nuestra sociedad moderna. Contra las palabras de Jesús, vamos a la iglesia para lo que nos puede servir a nosotros. Para parafrasear una consigna de John F. Kennedy, "No preguntes lo que la iglesia puede hacer por ti, sino lo que tú puedes hacer para el reino de Dios". Hoy los líderes de la iglesia se aferran a sus títulos, y en muchos casos lucran con el evangelio. A menudo hay un culto a la personalidad del líder y admiramos más al ser humano por quien Dios actúa que a Dios mismo. Y en la mayoría de estos casos, son los mismos apóstoles, profetas, evangelistas, sanadores y conferencistas que cultivan celosamente este culto a su propia personalidad. En esa subcultura individualista los creyentes comunes y corrientes merecen también su cuota de auto-gratificación numinosa, su propia tajada de poder espiritual. No quiero juzgar mal, pero sospecho que el poder pronunciar bendiciones bajo su propia autoridad, con un "Yo te bendigo", da cierta satisfacción personal a estos hermanos y hermanas "bendecidores", que un humilde "Dios te bendiga" no ofrecería. Aunque no sean apóstoles ni profetas, ni predican ni cantan ni curan, por lo menos pueden andar repartiendo solemnes bendiciones a diestra y siniestra.. El culto a la personalidad, esta religión de gratificación egoísta que permea nuestra comunidad evangélica hoy, es muy cuestionable bíblicamente. En el Nuevo Testamento, por ejemplo, un "don de sanidad" es el acto de Dios de dar salud a un enfermo, no alguna fuerza supernatural de curación que poseyera algún ser humano. Hoy día, si Dios en su gracia sana a un enfermo, mañana el milagro aparece en televisión y el sanador es famoso. Parecido pasa con evangelistas, conferencistas y salmistas. La gloria y la honra van al agente humano y no al Actor divino que sanó y que bendijo. Me parece que algo parecido pasa con la nueva moda de "Yo te bendigo, hermano". Es muy aleccionador el ejemplo de Pedro y Juan en los Hechos 4. Después de la curación del cojo, con el hombre sanado agarrado de sus brazos, los apóstoles rechazan todo mérito por lo que había ocurrido. "Varones israelitas, ¿por qué ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste?" (Hch 3:12). ¡No dirigen sus miradas hacia nosotros, decían Pedro y Juan; queremos desaparecer para que sólo se contemple el rostro de Cristo! Hoy día parece lo contrario, que algunos sanadores dicen en efecto, "Miren estas manos; estas manos tienen poder para sanar". En otro sentido, es cierto que todos debemos ser de bendición unos a otros. En su sentido bíblico, "bendición" significa vida, salud, bienestar (Dt 30:19-20). Las lluvias y los pozos, los buenos partos y buena lactancia (Gén 49:25) son bendiciones que sólo Dios puede dar, pero nosotros podemos colaborar con Dios en realizarlas. Dios prometió bendecir a Abraham para que él fuera de bendición a todas las familias de la tierra. Esa promesa introduce el tema central del libro de Génesis: ¿cómo ser de bendición a los demás? Abraham bendijo a Lot, y hasta a los reyes de Sodoma y Gomorra, no por pronunciar fórmulas sobre ellos sino por defender su bienestar integral. Igual con Isaac, Jacob y especialmente José. José cumplió a cabalidad la promesa a Abraham, reorganizando la economía de Egipto para defender la vida, no sólo de Egipto ni sólo de los hebreos, sino de todas las naciones vecinas. Amado hermano, amada hermana, si quieres bendecir al pobre, dale algo que le puede ayudar en su necesidad. Si quieres bendecir al enfermo, no añada a su sufrimiento con frases piadosas o fórmulas vacías, sino tomarle la mano y orar por su salud, su paz y su bienestar integral. Si quieres bendecir a un matrimonio en crisis, o con hijos drogadictos, acompáñalos en su dolor y lucha y busca maneras de ayudarlos. Si quieres bendecirme a mí, regálame tu sonrisa cálida y tu amor sincero, y ora por mí con un buen "Dios te bendiga, amado hermano". ¡Eso sí es una excelente manera de bendecirnos unos a otros!


Comentarios

teofilo montaño

hermano sebastian, ¿Que claro el comentario del maestro stan?. Tan clara. que en tu escrito se evidencia tu entendimiento.Pero el asunto en cuestión, es que la iglesia esta siendo bombardeada y es necesario aprovechar cualquier medio para dar a conocer todo aquello que lecciona la autentica vida de fe.Pablo dijo: 1 Co 15:33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Por tanto debemos dar gracias a Dios por estos escritos, que se tienen como objetivo combatir estas costumbres no biblicas. Satanas es un maquinador.

Pr.Léster Reyes

Dios le continúe bendiciendo amado hermano y heraldo Don Juan Stam. Sus escritos y lo que el Espíritu ha fraguado por medio suyo, ha sido de inspiración y modelo para el ministerio que el Señor nos ha entregado y delegado. Un abrazo a la distancia.

julio

La palabra hebrea traducida como "bendición" es berakha (bet-resh-caf-je) y se deriva de la raíz (bet-resh-jaf) y significa bendecir, adorar, postrar en adoración. Esta raíz y sus derivados aparecen 415 veces en la Biblia. En hebreo, "bendecir" implica investir con poder para el éxito, la prosperidad, la fertilidad o la fecundidad y una larga vida.Cuando el ministro dice: "Yo te bendigo", en el ambiente queda un aroma similar a una formula mágica que pareciera decir: "Yo te entrego un poder para que vivas una vida éxitosa" "Yo te doy un poder para que todo lo que hagas prospere" "Yo te doy poder para disfrutes de una larga vida".Pienso que el "Yo te bendigo" de estos ministros, más que una formula mágica, es una expresión cargada de buenas intenciones o buenos deseos para con sus oyentes, aunque ellos piensan que tienen el poder o están revestidos de la autoridad para hacerlo.

Sebastián Sequeira

En algún momento recuerdo sentir esa "incomodidad" cuando alguien me decía, o dice 'Te bendigo', pues " sin discusión, el que bendice es mayor al que recibe la bendición" (Heb 7:7) . Sin embargo, considero que viniendo de un hermano con corazón sencillo y genuino amor, es un bello gesto que exprese afecto por uno y le 'desee el bien'.... David bendijo al Señor (Sal 34:1) y no porque fuera mayor que Él, sino como expresión de alabanza y amor, por lo que no me parece del todo correcto 'meter a todos en el mismo saco' y decir que todos los que se expresan así se sienten mayores que los demás, o no recibir con alegría el saludo, entendiendo a ´lo que se refiere (o intenta referir)´ el que "bendice" al otro..... Tampoco me considero digno de pensar, "quién se cree este para que me ande bendiciendo??" pues definitivamente, prefiero sentirme menor a todos los demás en vez de sentirme mayor... Las personas andan en distintos procesos en su vida de creyente, y 'ese hermano(a) ' probablemente se encuentre en algún punto de esos donde 'escuchó el dicho y se le pegó...' Pero creo que la tolerancia y el amor los unos por los otros permite pasar por alto "semejante atrocidad".Ahora bien, algunos pastores, los "apóstoles modernos", los "profetas modernos" (curiosamente todos latinoamericanos y lamentablemente costarricenses muchos) estoy 100% de acuerdo que se aprovechan de "estos dichos" y además la falta de discernimiento de las congregaciones los exponen a sufrir algún abuso de autoridad y demás... pero reitero que la solución no es correr al otro extremo del péndulo, donde de un lado ´todos bendicen a todos´ y del otro 'que nadie bendiga a nadie mejor'. Jesús nuestro Dios y Salvador escudriña los corazones y conoce las intenciones del mismo. Sólo Él es digno de alabanza y único con el eterno poder para bendecir ó maldecir (Mt 11:21). Creo que cualquier espacio de conversación de temas de La Palabra requiere recordar esto, eso sí..

Stuart Marín Bravo

Que Dios le bendiga hermano Juan!!! ha sido un privilegio estar con usted en clases de Apocalipsis hace un par de semanas, espero haya disfrutado su café!!!Y que Dios siga dándole sabiduría para compratirla con nosotros!!! Un saludo!!!

Hno. Jesus Ballen

Que grato es levantarse, y acompañado de una buena taza de café, saborear comentarios tan edificantes y liberadores como este. Que el Señor te bendiga mi hermano¡

Juan Manuel González

Hay cierta búsqueda de "poder" detrás de éste tipo de manifestaciones pastorales.Todos podemos bendecirnos, todos somos "mediadores" (para bien o para mal), algo de esto significa la "comunión de los santos" o el reverso "el pecado original". En el fondo es el principìo de "solidaridad humano". No somos islas (individualismo), somos seres sociales e históricos.El problema, está cuando el bendecidor quiere mostrarte con poder "sobre" los demás, y no como "uno más entre iguales". Bendecir como hermanos, sin competitvidad y querer sobresalir, como un "dador" de beneficios. Están repitiendo el esquema patrón-cliente al estilo de la cultura del mediterráneo del siglo I. ¿Se está generando una pastoral clientelista?Saludos cordiales!.Pbro. Juan Manuel González


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