Orientaciones prácticas para interpretar el Apocalipsis
Entrevista con el pastor Wolgang Streich de Paraguay, en la revista "La Fuente", marzo de 2008
ENTREVISTA AL TEÓLOGO JUAN STAM La Fuente (Paraguay)
3:31 marzo 2008 “Quién entra al mundo del Apocalipsis tiene que estar
preparado para muchas sorpresas”
Juan Stam (78), oriundo de Paterson, Nueva Jersey, es uno de los
teólogos evangélicos «latinoamericanos» más pertinentes de la actualidad.
Aunque es estadounidense de nacimiento, se nacionalizó
costarricense como parte de un proceso de identificación con América
Latina que lleva más de cincuenta años. Está casado con Doris y tienen
3 hijos y 5 nietos. Juan es Dr. en teología, por la Universidad de Basilea,
Suiza. Es docente y escritor de libros, artículos y del Comentario Biblico
Iberoamericano de Apocalipsis.
¿Cómo se inició su ministerio en Latinoamérica?
Luego de estudiar en Wheaton y Fuller estudiamos castellano,
y aunque hacían falta profesores en el Seminario Bíblico de San
José, nuestra misión muy sabiamente decidió enviarnos a realizar
un pastorado rural en el noroeste de Costa Rica, en el pueblo de
Santa Cruz, esto ya hace más de 50 años. Esta experiencia fue
extraordinariamente formativa para nosotros. En realidad, lo fue
mucho más que los años de estudio en el aula. Allí aprendimos
los dichos, disfrutamos los chistes y escuchamos las historias de
los campesinos, nos enamoramos de la gente y de todo lo latinoamericano,
y con eso también más de Jesucristo y de su evangelio.
Desde entonces siento que llevo adentro un pastor campesino,
mucho más que sólo un profesor académico.
Entrevista al Teólogo Juan Stam
¿Qué métodos de estudio de la Biblia Ud. recomienda
a los pastores Latinoamericanos?
Me gusta recomendar tres herramientas para el estudio bíblico,
porque he visto a través de muchos años lo valiosas que son.
La primera de mis herramientas para estudiar bien la Biblia
es una lupa. La lupa nos servirá para examinar cada pasaje con el
debido cuidado, o sea, “escudriñar las escrituras” como lo hacían
los Bereanos. Eso nos ayudará a ver mucho mejor lo que realmente
está en el texto que el Espíritu Santo inspiró y lo que no está,
porque no aparece bajo la lupa. Y sin duda, habrá sorpresas.
Una segunda herramienta indispensable para el bueno estudio
bíblico es un borrador (de pizarra y lo más grande posible).
Un problema mayor en el estudio bíblico es que no queremos que
la Biblia cambie nuestras ideas y nuestra vida. Es demasiado incómodo,
y nos pone nerviosos. Claro, esos cambios tienen que estar
sujetos a la Palabra; la lupa tiene que ir antes del borrador.
Finalmente, la tercera herramienta es un par de audífonos,
para sintonizar la voz de Dios. No estudiamos las escrituras sólo
para ser expertos en conocimiento bíblico, sino para escuchar al
Señor, ser discípulos fieles y obedecer su voluntad. No bastan la
lupa y el borrador; necesitamos también audífonos espirituales.
¿Cómo debería ser estudiado el libro de Apocalipsis?
¡Quién entra al mundo del Apocalipsis tiene que estar preparado
para muchas sorpresas! El Apocalipsis es un libro realmente
único dentro del canon bíblico y aún en la literatura universal.
En primer lugar los lectores modernos del Apocalipsis deben
tratar de comprender el mensaje que el libro tenía para los creyentes
del Asia Menor, en tiempos de Juan. Estudiar el trasfondo
histórico, las claves hermenéuticas y el mensaje del Apocalipsis es
un trabajo de toda una vida.
A pesar de la dificultad del paso de casi dos milenios desde que
el libro salió a la luz, abundan los datos que ayudan a entender el
mensaje central de todos los pasajes e incluso la inmensa mayoría
de los detalles. A veces, sin embargo, es necesario simplemente
confesar nuestra actual ignorancia ante ciertas frases del texto.
Para otros detalles hay una o más interpretaciones posibles pero
ninguna segura.
A menudo el trabajo de averiguar las diversas alternativas de
interpretación, los pro y los contra de cada una, es arduo y lento.
El Apocalipsis es para los valientes que se animan a buscar en
el texto con la lupa; pero también es para humildes, para los que
desean escuchar con suficiente respeto lo que realmente dice el
texto inspirado.
Muchos creen entender este libro y tienen sensacionales explicaciones
para casi todos sus detalles. Eso puede impresionarnos y
hasta deslumbrarnos, pero surge un pequeño problema; cuando
examinamos cuidadosamente el texto del Apocalipsis, muchas
veces resulta difícil o imposible corroborar las interpretaciones
espectaculares que pretenden dársele al libro. Algunas “profecías”
(Hitler como el anticristo, Moscú como Magog, la Naciones Unidas
como el caballo blanco) han resultado claramente equivocadas.
¿Cómo inició Ud. sus estudios del Apocalipsis?
El libro del Apocalipsis me ha inspirado durante más de medio
siglo. Tanto personalmente como en los cursos del Seminario
fui enfocando mi visión en este maravilloso libro. Una congregación
rural de Costa Rica, me rogó a fines de la década del sesenta
que les diera un mes de estudios del Apocalipsis. Fue el primero
de muchos centenares de sermones y clases sobre este libro y sobre
escatología, en la mayoría de los países de América Latina.
He aprendido lecciones valiosas de los hermanos, los estudiantes
de seminario con los cuales estudiamos este libro, y de mi
esposa Doris, compañera fiel en nuestro peregrinaje compartido.
Fue una aventura muy desafiante la de preparar el Comentario
Bíblico Iberoamericano, editado por ediciones Kairos.
¿Es posible entender hoy en día el Apocalipsis, Dr. Stam?
En contraste con el libro de Daniel, Apocalipsis es un libro
abierto. El Cordero desató los sellos. Los creyentes que tienen
sabiduría pueden entender el mensaje de esta profecía. Pero en
este libro no debemos buscar sentidos futuros que el mismo Juan
no hubiera entendido. Es bastante distinto de la impresión que
muchos tienen hoy en día, y de la forma en que muchos suelen
leerlo, como si el libro fuera un rompecabezas esotérico y como
si la bendición prometida se dirigiera a los que fuesen capaces de
resolver el crucigrama futurista, y poner en orden cronológico todos
los eventos venideros para hacer un cuadro gráfico de todo el
porvenir.
Lamentablemente la mayoría de los lectores modernos se
acercan al Apocalipsis con muchos presupuestos equivocados que
obstaculizan el entendimiento fiel de su mensaje. Muchas veces le
hacemos al libro preguntas que el autor y los lectores no planteaban.
A menudo insistimos en ver cosas que no están en el texto y,
por concentrarnos en esas cosas que creemos ver pero no están,
no percibimos las enseñanzas que sí están escritas.
El Apocalipsis fue escrito para ser entendido precisamente
por los fieles comunes y corrientes de Asia Menor. No fue escrito
para especialistas ni eruditos, quienes tendrían que explicárselo a
la iglesia. Su sitio original no era el escritorio del experto sino la
congregación en su lectura comunitaria.
Muchos ven en el Apocalipsis solo catástrofes.
¿Cuál es el verdadero mensaje presentado por Juan?
Algo raro ha pasado con este libro. Fue escrito para quitarles
el miedo a los cristianos de Asia Menor del siglo I, pero ahora tiene
el efecto opuesto: llena de miedo a muchos lectores. Ellos, que
vivían amenazados, lo recibían como esperanza; nosotros que vivimos
tranquilos, lo recibimos a menudo como amenazante. Algunos
hasta sufren pesadillas con las dantescas imágenes de Juan,
y predicadores oportunistas las explotan para ejercitar un terrorismo
apocalíptico. ¡Al contrario: el Apocalipsis es un mensaje de
esperanza en Cristo que debe llenarnos de gozo!
Pero, ¿Tiene el Apocalipsis algo que decirnos referente al futuro?
Es cierto que el Apocalipsis anuncia muchas cosas venideras
que se extienden hasta el mismo fin del mundo. Habla de algunas
cosas futuras que Juan no parece concebir como de su propia
época, como por ejemplo una confrontación final que se llama
Armagedón, la venida del Hijo del hombre, el juicio final y la
nueva creación. Negar todos estos elementos de escatología futura
sería negar el claro mensaje bíblico del libro.
Pero también es cierto que esas enseñanzas futuras, por muy
importantes que sean, no agotan el mensaje del Apocalipsis. De
hecho, ni siquiera constituyen el mensaje central del libro. Si analizamos
el Apocalipsis cuidadosamente, sin presupuestos que no
surgen del texto mismo, descubriremos que la principal concentración
del libro se enfoca sobre la situación inmediata en que las
congregaciones del Asia Menor se hallan inmersas. En ningún
momento deja atrás la realidad sociohistoríca de su época.
Todo el libro de Apocalipsis es un mensaje directo para sus
primeros lectores. Juan describe acontecimientos futuros, pero
en términos comprensibles para los lectores de su época. Nunca
les hace entender que está vaticinando cosas que ellos no podrían
comprender, tales como aviones, bombas, cohetes, petróleo, explosiones
atómicas, computadoras, códigos de barras o microchips.
Les habla claramente de temas y objetos que entienden, aun
cuando describe realidades venideras.
Por lo tanto interpretar el Apocalipsis en términos de cosas
que ni Juan ni sus lectores hubieran entendido, y que tampoco
señalan las palabras del texto, es caer en un error grave.
Algunas recomendaciones para interpretar el Apocalipsis:
-Interpretar el Apocalipsis exegéticamente: Ser fiel al texto, y a
lo que está escrito. No quitar, ni añadir.
-Interpretar el Apocalipsis históricamente: Conocer el contexto
histórico de lo que ocurría en la época de Juan.
-Interpretar el Apocalipsis Cristocéntricamente: El tema central
de todo el Apocalipsis es Cristo, el Señor. No las bestias ni el
anticristo.
-Interpretar el Apocalipsis imaginativamente: Utilizar los ojos
de la imaginación y todos los sentidos físicos para entender la riqueza
de su simbología.
-Interpretar el Apocalipsis pastoralmente: El mensaje debe ser
para orientar y fortalecer a la congregación, especialmente para
infundir gozo, y esperanza en medio de crisis.
-Interpretar el Apocalipsis prácticamente: Para orientar la
conducta ética de la vida de la iglesia. El mensaje tiene mucho que
decir también a la comunidad a través de la voz profética de la
iglesia sobre la justicia social y económica.