Misión Integral en el Antiguo Testamento
La Biblia no limita el concepto de "misión" o "misionero" a sólo lo transcultural. Bíblicamente, misión abarca toda tarea que Dios nos asigna. (Conferencia publicada en "Haciendo teología en América Latina", Tomo II)
Misión Integral en el Antiguo Testamento[1]
Es un privilegio muy grato participar en este honroso cincuentenario de la Primera Iglesia Bautista de San José. Felicitamos a esta apreciada congregación por sus cincuenta años de fidelidad en misión aquí en nuestra patria. Es muy apropiado que celebremos esta ocasión con un diálogo bíblico-teológico sobre la misión integral a la cual Dios nos ha llamado y a la cual esta congregación se ha dedicado ya durante medio siglo. Agradezco a la congregación la honrosa invitación y también los dos temas tan pertinentes que me han asignado: "Misión integral en el Antiguo Testamento" y "Misión integral en el Nuevo Testamento."
Pondremos nuestro énfasis sobre la palabra "integral". Intentaremos mostrar que una teología realmente bíblica de la misión favorece una comprensión integral de ella. Primero trataremos de aclarar el significado de "Misión Integral". Después analizaremos la terminología misionológica del AT, comparándola con el uso común de "misión" y "misionero" entre nosotros hoy día. Seguiremos entonces con breves exposiciones de varios aspectos de la teología antiguotestamentaria sobre la integralidad de la misión del pueblo de Dios.
1. El Concepto de "Misión Integral"
En los últimos años se ha popularizado en algunos círculos evangélicos el uso del término "misión integral" junto con "evangelio integral" y "evangelización integral". Frente a todo reduccionismo del evangelio a uno solo de sus aspectos, sea sólo el de proclamación oral o sólo el de acción social o cualquier otro aspecto aislado, con este término se quiere insistir en la fidelidad a todo lo que es el evangelio en la integridad de sus diversas facetas.
El autor presbiteriano, Luciano Jaramillo, define "evangelismo integral" como "un mensaje integral de salvación que no conoce fronteras de ningún orden y que está dirigido a todo ser humano y considera toda la realidad de la persona: lo físico, lo moral, lo espiritual, lo intelectual, lo social o lo político". Ofrece salvación "a toda la humanidad ("todos los hombres")" y "a la totalidad del ser humano (`todo el hombre')" [1992:45s].
Jaramillo señala a la Gran Comisión (Mat 28.18-20) como expresión bíblica de la misión integral de la iglesia. Un Señor universal y soberano nos envía a toda la humanidad con todo el evangelio [ibid p.46]. Las cuatro "todos" de la Gran Comisión destacan dramáticamente el carácter integral como también la exigencia ética de la misión de la iglesia: (1) "toda autoridad me es dada", (2) "haced discípulos a todas las naciones", (3) "enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado", y (4) "estoy con vosotros todos los días".
La frase "que guarden todo lo que os he mandado", junto con el verbo "discipular", ubica el Gran Mandamiento del Señor (Mat 22.35-40) en el mismo corazón de la Gran Comisión. Para Manfred Grellert, "el discipulado hacia el Cristo total" comienza con "el compromiso con la voluntad total de Dios manifestada en las Escrituras" [1990:2]. Sin la exigencia ética de una práctica de obediencia a Cristo como Señor, no hay un verdadero discipulado ni auténtica evangelización. La misión integral se mueve entre el "predicad el evangelio a toda criatura" de Mr 16.15 (proclamación) y el "cumplir todas las cosas que os he mandado" de Mat 28.20 (discipulado ético).
La identificación que sugiere Orlando Costas de cuatro dimensiones indispensables de un crecimiento integral de la iglesia ha sido ampliamente aceptada. Para Costas, un crecimiento equilibrado debe ser numérico, orgánico (como cuerpo), conceptual (teológico) y diacónico [1992: 109-122]. Tal concepto de misión integral inserta dentro del mismo evangelio y la evangelización las demandas éticas y sociales de la fe.
Es indudable que parte de la motivación para insistir en la misión integral ha sido la preocupación de encontrar, dentro del mismo evangelio y por ende dentro de nuestra misión, el lugar legítimo de una dimensión social [Mueller 1992:61]. En un editorial del año 1930, el Dr. Harry Strachan, después de señalar el peligro de que el énfasis social o intelectual desplazara a la evangelización, procedió a comentar: "Pero hay el extremo opuesto que es igualmente peligroso y anti-bíblico, y es la actitud de algunos que se niegan a hacer ninguna otra cosa sino evangelizar" [The Evangelist 1930:3]. Como el ser humano tiene dos brazos y el pájaro tiene dos alas, han señalado algunos, la misión integral abarca tanto la proclamación oral como la práctica socio-ética de la fe.
Manfred Grellert denuncia la "Polarización inútil" entre proclamación y diakonía (p.11) y comenta el frecuente reduccionismo evangelístico en los siguientes términos: "Algunos hermanos pasaron de la prioridad a la exclusividad evangelística, a veces mutilando el mismo evangelio y reduciendo la misión de la iglesia a una dimensión unilateral, al testimonio meramente oral, desencarnado...Para algunos, el evangelio se reduce al principio de la vida cristiana, a la conversión, y al fin de la vida cristiana, el cielo" [1990:11,19].
El concepto de misión integral busca más bien respetar "todo el consejo de Dios" (Hch 20.20,27). Un evangelio integral, que nos llama a cumplir todo lo que Cristo nos ha mandado, tiene que involucrarnos también en una misión integral y multidimensional.
2. Los términos para "misión" en
el AT y en el uso moderno
Las palabras "misión" y "misionero" están entre las más repetidas y consagradas en nuestro vocabulario evangélico. Se dice frecuentemente que "misión" significa llevar las buenas nuevas a otras culturas y naciones, en contraste con "la evangelización" entre quienes son de nuestra propia cultura y nación. Misión, así entendida, es por definición "trans-cultural", y "misionero" es alguien que va a otro país (antes en barco, ahora por avión), aprende otro idioma (el cual probablemente pronuncia mal), y realiza su ministerio en una cultura que no es la suya.
Sin embargo, si buscamos los vocablos "misión" y "misionero" en nuestra concordancia, nos encontraremos una gran sorpresa: ¡ninguno de los dos términos son palabras bíblicas! La única "misión" en toda la Biblia es la de Saúl, que consistía en matar a todos los amalecitas (1 Sam 15.18,20). Aparte de ese pasaje, ni "misión" ni "misionero" aparece en todas las Escrituras.[2]
El lenguaje bíblico para nuestro tema parte más bien del verbo "enviar" (Hebr. Shalach; Gr. apostéllein, pémpein), y se utiliza para toda clase de tarea a la que Dios envía a sus siervos y siervas.[3] El judaísmo tardío llamaba Shaliach al "enviado" (misionero, que en griego se traducía apóstolos. En terminología estrictamente bíblica, deberíamos hablar del misionero como "enviado" y de la misión como "envío" o "apostolado". Con eso comenzaríamos a comprender que "la misión" es integral y mucho más amplia que aquello que hemos entendido como "misiones foráneas" o trans-culturales.
Sorprendentemente, un análisis lingüístico del conjunto semántico de "enviar/enviado/envío", única terminología para la "misión" en el AT, muestra que nunca se usa en nuestro sentido moderno de ir a otros países a convertir a los extranjeros.[4] Como señala el muy respetado misionólogo evangélico, David Bosch, "No hay, en el AT, ninguna evidencia de que los creyentes del antiguo pacto fuesen enviados por Dios a cruzar fronteras geográficas, religiosas o sociales con el fin de ganar a otros para la fe de Yahvéh" (Bosch 1991: 17). Ese sentido moderno tiene su origen más bien con los jesuitas del siglo XVI [Bosch 1993: 176]:
Así los orígenes del término "misión" estaban íntimamente vinculados con la expansión colonial del Occidente. Como la misma colonización, implicaba viajar a países distantes para "subyugar" a paganos a la única religión verdadera [Bosch 1993: 176].
En estos pasajes Bosch de ninguna manera pretende negar que Cristo es el único Salvador del mundo (que no equivale a decir que la cristiandad occidental sea "la única religión verdadera"), ni tampoco negar que la iglesia del Señor vive bajo una comisión divina para llevar las buenas nuevas a toda nación y pueblo. Pero su argumento demuestra que el concepto "misión" ni se define por su naturaleza trans-cultural ni mucho menos se limita a la labor "foránea". El concepto de "misión" en ambos testamentos abarca cualquier tarea a la cual Dios nos ha enviado.
El uso del verbo "enviar", con Dios como sujeto, es amplísimo en el AT. Dios envía su Palabra (Isa 55.11; Sal 107.20; 147.15; Dn 10.11) y su Espíritu (Sal 104.30 cf Ezq 37.9s), doble "envío" que es el origen de toda misión.[5] Toda la actividad política de José en Egipto fue una misión sagrada: "Para preservación de vida me envió Dios... Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación" (Gn 45. 5,7; cf 50.20). Dios envió a Moisés en una misión de liberar a los hebreos y forjar la nacionalidad unida de ellos (Ex 3.10-15; 4.13; 5.22; 7.16; Sal 105.26). Dios "envió" también diez plagas como las "misioneras" de su mano poderosa (Ex 8.21; 9.14; 15.7 "enviaste tu ira"; Sal 105.28; 78.49).
Dios envió a los jueces a liberar al pueblo de sus opresores (Jue 6.8,14; 1 Sm 12.11). Dios envió también a los profetas a denunciar toda injusticia, dentro y fuera del pueblo escogido (Jer 1.1-10; 7.25) y a anunciar su reino venidero.[6] Todos estos son los primeros "misioneros" de Dios, y todas esas tareas eran su "misión".
Podría sorprendernos que, según los profetas, Dios envía también a tres figuras paganas de gran relieve político en la historia de Israel. Dios envía al asirio Senaquerib "contra una nación pérfida, el pueblo de mi ira" (Israel! Is 10.6s), al babilonio Nabucodonozor (Jer 25.9; 27.6; 43.10; "mi siervo") y al persa Ciro (Is 43.14; 48.14s: "mi pastor" 44.28; "su ungido" 45.1). Estos también son "enviados de Dios", una especie de "misioneros al revés" desde las naciones paganas hacia Israel para su castigo o su liberación.
Hacia finales del AT, Dios revela que enviará a su "misionero por excelencia", el Siervo Sufriente (Isa 42.6; 49.5). Según una gran proclama misionera que Jesús recogerá después para el "discurso inaugural" de su ministerio:
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publi-car libertad a los cautivos, y a los presos apertura de cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya (Isa 61.1-3).
¡Qué cuadro más perfecto de un verdadero misionero, que de hecho no es otra cosa que un retrato del Mesías, nuestro Señor Jesucristo! Pero debemos notar que, explícitamente, no tiene nada de "trans-cultural"; se trata más bien de un ministerio a "los afligidos de Sión" (61.3). El bello lenguaje del pasaje nos dibuja el perfil amplísimo de una verdadera misión bíblicamente integral.
De hecho, con esta promesa mesiánica Dios comienza a revelar también que su Ungido será el Salvador para todas las naciones:
Te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas (Isa. 42.7; cf 49.6s; 51.4; 60.3)
Nuevamente, la misión es integral y dirigida al mismo pueblo de Dios ("por pacto al pueblo"). En el pensamiento del AT, en ningún momento es el "ir" a otra cultura lo que constituye por definición la "misión" sino más bien el "ser enviado" por Dios a cualquier tarea. Por cierto, en la perspectiva mesiánica de Isaías 40-66, el pueblo de Israel participará en una proyección internacional de su Mesías (Is 43.10-12).[7] Pero este aspecto es poco enfático, y curiosamente, no se usa el lenguaje de "envío" en estos pasajes.
En resumen: En el AT se usa el lenguaje de "envío" para la más grande variedad de tareas, excepto la única tarea que actualmente solemos asociar con "misión", es decir, la de ir a otras naciones a convertirles a la fe en Dios. Así los hechos bíblicos, la definición moderna de "misión" como intrínseca y exclusivamente trans-cultural está en contradicción con el sentido bíblico del término, por lo menos en el AT. En el AT (y como veremos más adelante, en el NT), la comprensión de "misión" es impresionantemente amplia e integral.
En otras palabras: los resultados de un estudio de los términos bíblicos para "misión" confirman y apoyan nuestro anterior argumento teológico en favor de un concepto de "misión integral".
3. El Dios misionero del AT
Si creyéramos que "misión" significara, exclusivamente, evangelización trans-cultural (envío a otros países o culturas para llevarles al conocimiento del Dios verdadero), tendríamos que confesar que el AT nos ofrece poco o nada de tal mensaje misionero. Ya hemos analizado el uso del término "envío" en el AT y hemos mencionado la conclusión de David Bosch: en el AT Dios envía a sus siervos para casi todo, menos el de ir a otras culturas para convertir a otras gentes [Bosch 1991:17].[8] También H.H. Rowley, después de analizar una amplia gama de pasajes (aparte de los cánticos del Siervo Sufriente) concluye que "en ninguno de estos pasajes se considera a Israel como agente activo entre las naciones para llevarles el nombre y la adoración de Dios", pues "no aparece ninguna idea de un propósito misionero de Israel" [Rowley 1944:36,40].
En cambio, si la misión se entiende en la amplia perspectiva multi-dimensional de "misión integral", el AT ofrece las bases indispensables para todo el mensaje misionero de ambos testamentos. El Dios de las escrituras es un Dios que está constantemente enviando a seres humanos para llevar adelante los intereses de su Reino, de su soberana voluntad de bien para toda su creación. "'Misión", bíblicamente entendida, es toda tarea a la cual el único y soberano Dios envía a hombres y mujeres a realizar en la historia.
El Dios del AT es un "Dios enviador", un Dios misionero. Como hemos visto antes, envía a su Palabra y su Espíritu; envía a José, Moisés, y los jueces; envía a sus profetas en sus tareas ético-históricas. Como Señor de la historia, envía también a Senaquerib, Nabucodonozor y Ciro. Y al fin, envía a su Siervo Sufriente en una definitiva misión salvífico-liberadora. En todo eso vemos que Yahvéh es el Dios que a través de los siglos impulsa y coordina la misión integral de su pueblo, y algunos que ni son de su pueblo.
La creación es el punto de partida más importante para esta visión de misión integral. Porque Yahvéh es el Creador de toda la tierra y toda la humanidad, todos los pueblos han de llegar a conocerlo. Porque Dios es Creador, como enseñan tantos pasajes del AT, es el Señor de toda la vida y de todas las naciones. Porque el AT nos enseña que Yahvéh es el Creador de todo, el NT podrá enseñarnos que el Hijo ha muerto por todos y nos envía a todos para compartir con otros el mensaje de redención.
El teólogo evangélico Bernard Ramm ha expresado con gran claridad este nexo vital entre creación y misión:
Es en la teología de la creación donde encontramos la raíz definitiva de una teología de la evangelización. ...Podemos evangelizar con integridad moral sólo en la medida en que tengamos una profunda teología de la evangelización, y esa teología de la evangelización comienza con una teología de la creación [1978:1].
Ramm pregunta, ¿qué derecho tiene el evangelizador para presentarse ante el otro con un mensaje divino y único? ¿Cómo podemos, con integridad, atrevernos a hacer tal cosa? Ramm señala que los profetas, precisamente cuando el prestigio nacional de Israel era nulo, fundamentaban su autoridad para profetizar sobre cualquier nación del mundo en el hecho de que Yahvé es el Creador de toda la tierra y de todos los pueblos. Los profetas afirmaron que Dios, por ser Creador y Juez de todas las naciones, había enviado a Asiria y a Babilonia para castigar a Israel por sus pecados. Al comprender que Yahvé es Dios de justicia sobre todas las naciones, su poder se llega a entender como universal y se "cosmifica" más que nunca antes. Dios envía sus mensajeros a toda la creación, no porque su pueblo tuviera cualidades superiores a los demás pueblos, sino porque todo el universo es de Dios por derecho de creación y redención.
Mervin Breneman, en una valiosa serie de artículos en la revista Misión, ha destacado también esta fundamentación de la misión en la creación. "La creación de todo el mundo y de toda la humanidad por parte de Dios significa que todos deben sujetarse a su soberanía (Sal 24.1-2; Ef 3.8-11) [1986:75]. Los profetas, comenta Breneman, subrayan que Dios es soberano en la historia de todas las naciones, de modo que el Pueblo de Dios tiene la responsabilidad de llegar con la Palabra de su Señor a todos los pueblos de la tierra [1984:28].
Este Dios, Creador del universo, es Dios de amor y compasión. En esta enseñanza del AT nace el pulso vital del corazón misionero, que llegará a toda su fuerza conmovedora ya con el mensaje del NT. Esa infinita compasión divina se manifiesta en la elección, por gracia, del mismo Israel (Dt 7.6-8; Ezq 16.4-7) y en su voluntad benéfica hacia todas las naciones (Gn 12.3). El libro de Jonás termina con una declaración lindísima de ese amor compasivo del Dios misionero:
Tuviste tu lástima de la calabacera...¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?[9]
Porque Yahvé es el Creador del universo y el Señor de la historia, y porque su compasión redentora alcanza a todos los pueblos, las escrituras hebreas llegan a afirmar que un día todas las naciones llegarán a adorarlo. Este es un tema recurrente en los Salmos (22.27; 67.2-4; 96.1-9; 117) y llega a su máxima expresión en las visiones de Isaías 40-66. Yahvéh traerá justicia a las naciones (42.1-6; 51.4; cf 60.3) y salvación a todos los términos de la tierra (45.21s; 49.6)
Sin embargo, lo que no aparece en el AT, ni aun a finales, es una comisión al pueblo de Israel para ir a las naciones y convertirlas. Hay un mensaje de misión integral, pero no hay en el AT un llamado a Israel para la evangelización trans-cultural. Johannes Blauw y otros han señalado que la visión misionera del AT no es centrífuga (enviar a Israel a ir a las naciones) sino centrípeta (esperar que las naciones vengan a Jerusalén).[10]
Tampoco es el esfuerzo de Israel que traerá a las naciones a Jerusalén, sino la acción exclusiva de Dios al fin de los tiempos. David Bosch destaca este aspecto muy enfáticamente:
Israel, sin embargo, no saldría a las naciones. Tampoco llamaría expresamente a las naciones a creer en Yahvéh. Si vendrán, será porque Dios las traerá. Así las cosas, si hay un "misionero" en el AT, es Dios mismo quien, con su acción escatológica por excelencia, traerá las naciones a Jerusalén para adorarle ahí junto con el pueblo de su pacto [1991:19].
4. El proyecto misionero del AT
Aun cuando el AT no presenta, en sentido estricto, una visión de "misión trans-cultural", en el otro sentido de "misión integral" podríamos decir que todo el AT es el mensaje de un proyecto del Dios misionero que envía sus agentes para llevar adelante la historia de la salvación. Por lo mismo, debemos aprender a leer todo el AT misionológicamente, como historia de la salvación. Desde esa comprensión más amplia y bíblica de misión, podemos entender que el proyecto misionero de Dios es la historia de la salvación, y ésa a su vez es el mensaje central de todo el AT [cf Stam 1992:19-43].
Podemos decir que el mensaje misionero del AT gira en torno a cinco ejes decisivos: (1) la Creación, como base de toda teología misionera [Stam 1995]; (2) la elección y vocación de Abraham y el pacto de bendición a las naciones; (3) Moisés, el éxodo, Sinaí y Canaán: el proyecto de Dios como liberación de su pueblo; (4) David, Jerusalén, y la teología del Reino; y (5) el prometido Mesías, quien termina siendo Alfa y Omega, principio, centro y fin del proyecto salvífico del Dios misionero de las escrituras.
Este proyecto misionero del AT es integral en el sentido más amplio de la palabra; de hecho, como hemos visto, abarca toda clase de tarea asignada por Dios excepto la de salir a evangelizar a otras naciones (aspecto crucial que sólo vendrá con la venida del Mesías). Una clave definitiva del carácter de "misión integral" que reviste este proyecto salvífico puede encontrarse en el pacto con los patriarcas. De en medio de todas las naciones hundidas en el caos del pecado (Gn 11), Dios saca a Abraham y Sara para formar con ellos una nueva nación, fruto de su infinita gracia y poder. Pero esta nación no existirá para su propia ventaja, sino en función del bien de las demás naciones [Stam 1992:25-30]. La "misión integral" de Israel será la de llevar bendición a las demás naciones, en todo el sentido de la palabra.
Aunque sabemos ahora que esa promesa se cumpliría supremamente en Jesús de Nazaret, tal esperanza no parece haber figurado explícitamente en la fe de Abraham. No debemos limitar la "bendición" prometida sólo a esa salvación futura. Tanto la promesa a Abraham y Sara, así como la fe de ellos, fueron concretas y realistas. Y esa misión de "bendecir a las naciones", a la cual Dios los llamó, comenzó a realizarse inmediatamente; de hecho parece ser un tema central del libro de Génesis. En Gn 14, por ejemplo, Abraham libera a cinco reyes secuestrados, incluyendo los de Sodoma y Gomorra, y en Gn 18 intercede por esas dos ciudades. En Gn 29-31 la presencia de Jacob trae bendición y prosperidad a su suegro, Labán.
Pero lo más impresionante aparece con el largo relato de la vida y "misión integral" de José (Gn 37-50). Portador del Espíritu de Dios (Gn 41.38), con poderes "carismáticos" para interpretar sueños y predecir el futuro, José utiliza esos dones como "Ministro de Planificación" y "Ministro de Agricultura" en el gobierno de Faraón. De esa manera Dios lo utiliza para bendición a todas las naciones. fcAl final de Génesis , en un pasaje que resume el mensaje central del libro, José revela a sus hermanos el proyecto de gracia divina que se realizó a través del anti-proyecto de ellos: "Vosotros pensasteis mal contra mí, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo" (Gn 50.20; cf 45.5-8). Este pasaje puede verse como una de las más importantes revelaciones del "proyecto misionero de Dios" y una prueba más de la amplitud de dicho proyecto salvífico como "misión integral".
5. La vocación misionera en el AT
Otro aspecto del mensaje misionero del AT que debe incluirse, junto con el concepto de "enviar", es el de "llamar", el concepto de vocación.[11] La vocación, tan importante en todo el mensaje del AT, es un correlativo inseparable del concepto de misión. Y aquí veremos también que los datos del AT revelan una impresionante amplitud de lo que podemos llamar "vocación integral".
Aunque el lenguaje estricto de misión (los verbos de "enviar") no se usa en relación con Abraham y Sara, su misma vocación por Dios y el mandato divino de "Vete de tu tierra...a una tierra que yo te mostraré" indican, implícitamente, un envío divino. Por supuesto Dios no envió a esta "pareja misionera" a Canaán con ninguna comisión de tipo "evangelístico". La intención de Dios era incorporarlos en su proyecto salvífico de misión integral (cf Gn 18.17-20). Dios los "expulsó" de Babilonia y los lanzó a una increíble aventura de fe, porque por medio de ellos y su descendencia Yahweh quería comenzar a contrarrestar las fuerzas de maldición entre las naciones y a comenzar a realizar su propio proyecto de bendición.
El primero de quien leemos que Dios le envió, y por eso el primer "misionero" de la Biblia, es José. Cuando José se da a conocer a sus hermanos les dice:
para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros...Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra y para daros vida por medio de gran liberación. Así pues no me enviasteis acá vosotros sino Dios, que me ha puesto...por gobernador en toda la tierra de Egipto (Gn 45.5-8).
La terminología de misión en estos versículos es repetitiva y enfática, dentro de una estricta dimensión temporal, socio-económica y política, y con una clara "teología de la vida". José reitera la misma verdad en Gn 50.20. Este santo varón del Espíritu fue enviado por Dios para transformar la economía egipcia (¡cf 47.13-26!) y defender la vida de muchos pueblos. !Eso se llama ser "bendición para la naciones"! ¿Por qué no incorporar este modelo, el primero en las escrituras, en nuestro paradigma de misión y de vocación misionera?[12]
El tercer caso explícito de "vocación misionera" es Moisés (Ex 3.1-15). Edesio Sánchez ha señalado que este pasaje de vocación se divide en dos partes y en cada una predomina un verbo distinto. En 3.1-9 el discurso se mueve alrededor de varios verbos de "mirar" (ver, aparecer, etc), con Moisés por actor principal; en 3.10-15 se repite enfáticamente el verbo "enviar" y Dios es el Sujeto decisivo.
Podemos ver aquí la estructura fundamental de la vocación misionera: primero ver y escuchar a Dios, después ser enviado por él. Pero aquí también, Moisés fue enviado primordialmente para tareas muy temporales, que podrían clasificarse de carácter socio-político. En las escrituras, lo "espiritual" se realiza dentro de las mismas entrañas de lo temporal; Dios lleva adelante su proyecto misionero de salvación dentro de lo histórico concreto de la vida. Nada nos hace pensar que eso habría de cambiar con la encarnación, muerte y resurrección (!intra-históricas!) del Hijo de Dios.
Seguir esta línea de pensamiento a través de la vocación misionera de los profetas, del Siervo Sufriente, y aun de figuras políticas como Senaquerib, Nabucodonozor y Ciro, sería repetitivo e innecesario. Baste citar el ejemplo del llamado profético de Jeremías:
A todo lo que te envíe irás tu, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová...He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar (Jr 1.7-10; cf Ap 10.11)
De todo este análisis bíblico queda bien evidente que el proyecto misionero de Dios, y las vocaciones misioneras que Dios extiende a hombres y mujeres, corresponden a toda la amplitud de lo que hoy día llamamos "misión integral".
Conclusión
Esta ponencia intenta demostrar que la comprensión de "misión" en el AT tiene carácter integral. Estrictamente, nuestro propósito no ha sido el de elaborar todas las bases exegéticas y teológicas que ofrece el AT para la visión misionera -- tarea que nos hubiera obligado a entrar en forma minuciosa en otros aspectos -- sino específicamente de averiguar si la visión del AT favorece la definición estrecha de "misión" (evangelización trans-cultural) o la visión mucho más amplia de "misión integral".
Creemos que el estudio de los datos pertinentes del AT nos lleva a una conclusión al respecto: tanto el uso del lenguaje misionero de "envío", como los ejes definitivos del mensaje del AT y los ejemplos de vocaciones misioneras, todos parecen apoyar una misionología de "misión integral".
¡Ahora nos toca a nosotros ser integralmente "misioneros", y encarnar en nuestras vidas y ministerios esa "integralidad" que nos enseñan las escrituras!
Bibliografía
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Hahn, Ferdinand, Mission in the New Testament (London:SCM, 1965).
Jaramillo, Luciano, "La Biblia y la misión integral" en La Misión de la Iglesia: Una Visión Panorámica, ed. Valdir Steuernagel (San José: Visión Mundial, 1992, pp. 45-59
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Ramm, Bernard "The Theology of Evangelism" (Occasional Papers, Institute of Youth Ministries/Fuller Theological Seminary, 1978).
Rowley H.H, The Missionary Message of the Old Testament (London: Carey Press, 1944).
Stam, Juan, "Historia de la Salvación y Misión Integral" en La Misión de la Iglesia: Una Visión Panorámica, ed. Valdir Steuernagel (San José: Visión Mundial, 1992).
[1] ) Este artículo y el siguiente fueron presentados en la Primera Iglesia Bautista, San José, Costa Rica, en noviembre de 1993. Posteriormente fueron publicados en Oikodomein (México: Comunidad Teológica, III:4, octubre de 1997).
[2]) En la NVI no aparece "misionero", y "misión" sólo en 1Sm 15.18,20, Isa 48.15 y Ezq 38.8. En la concordancia de la Biblia inglesa, no aparecen nunca ni la palabra "mission" ni "missionary".
[3]) Debe notarse que tanto en hebreo como en griego dominan las formas verbales (enviar, comisionar) mucho más que los sustantivos (el/la enviado/a, el envío, el apostolado, la misión).
[4]) Bosch (1993: 17) y Hahn (1965:19) demuestran que tampoco el libro de Jonás ni Isa. 40-66 plantean un concepto de misión evangelizadora trans-cultural. Tal concepto se introdujo al judaísmo más bien con el proselitismo de los fariseos (cf Mt 23.15).
[5]) Dios envía también a su ángel: Gn 24.7,40; Ex 23.20; 33.2; Sal 78.49 ángeles de ira).
[6]) Is 6.8; Jer 1.7; 7.25; Ezq 2.3s; 3.4s: cf Ag 1.12; Jonás 1.1; Zac 2.15 (11); 4.9; Mal 3.1; 4.5. Los falsos profetas, en cambio, hablan sin haber sido enviados por Dios (Jr 14.14s; 23.21,32; 28.15; 29.9).
[7]) Is 66.19 parece referirse a un "remanente gentil" que después de ecaparase del juicio de Dios sobre las naciones vecinas de Israel, irán a advertir a las naciones lejanas. En forma similar, Dios enviárá un "salvador y príncipe" para liberar a Egipto de sus opresores futuros (Is 19.20).
[8]) No debe ser necesario aclarar que de ninguna manera estamos negando ni despreciando la tarea evangelizadora y el mandato novotestamentario de ir a todas las naciones. Solamente estamos señalando que tal mandato no aparece en el AT, el cual sin embargo es un libro profundamento misionero.
[9]) La integridad de la creación y del amor de Dios se ve también cuando, según Jon 3.7, el rey arrepentido ordenó que "hombres y animales, bueyes y ovejas" ayunasen y se vistiesen de cilicio.
[10]) El libro de Jonás no es excepción a esta característica. Jonás es enviado a anunciar a Nínive el juicio de Dios, no a invitarles a creer en Yahvé. Su mensaje no es de salvación sino de denuncia; lo que menos esperaba era el arrepentimiento de la nación pagana.
[11]) ver Léon-Dufour 1965: 844-846.
[12]) De este y otros pasajes debemos entender que Dios bien puede llamar a hijos e hijas suyos para auténticas "misiones históricas", como tareas socio-económicas y políticas. Para dos ejemplos positivos de los EE.UU, se podría mencionar a Jimmy Carter y Mark Hatfield. Hay también casos positivos en diversos países de America Latina, junto con los muy conocidos anti-ejemplos. El llamado a la vida cívica, cultural, profesional, doméstica o mecánica o agrícola -- todo pertenece a la "misión integral" que corresponde al sacerdocio universal del pueblo de Dios.