Mechas, nuestra perrita (¿Habrá animales en el Reino de Dios?)
Algo sobre nuestra perrita, y sobre la teología de los animales y la ética de nuestra relación con ellos.
Mechas, nuestra perrita(¿Habrá animales en el Reino de Dios?) Mechas es una de los dos perros que tenemos en la finquita donde vivimos. Es de tamaño mediano, completamente negra excepto por una "corbata" blanca que tiene en el pecho. Es de pura raza callejera y bastante bonita. Tenemos también un perrito, mucho más fino y lindo, por lo que le pusimos "Muñeco". Éste parece ser de raza maltés, más o menos, o pequinés, y tiene menos años de edad que Mechas. Muñeco tiene mechas, pero Mechas, a pesar de su nombre, no tiene mechas. .Fueron nuestros queridísimos amigos Pablo y Ruth Pretiz quienes nos regalaron Mechas hace varios años y nos explicaron por qué le pusieron ese nombre. Dice Pablo que esta perrita llegó un día a la casa de ellos en San Josecito de San Isidro, abandonada y desahuciada, buscando un hogar. Entonces, según don Pablo, la perrita le miró con ojos tristes y le decía, "¿Me echas?" Por eso, le pusieron el nombre "Mechas". Cuando Muñeco era pequeño, y siempre tan lindo, le gustaba mucho acurrucarse en mis brazos, con su pequeña cabeza escondida dentro del ángulo de mi codo. Venía al pie de mi silla en la oficina y jalaba a mi pantalón o a los cordones de mis zapatos, porque quería subir a mi regazo. Pero con los años ha dejado de ser juguetón y cariñoso. Para decir verdad, sus dos obsesiones son la comida y el sexo. A diferencia de Muñeco, hay algo que a Mechas le gusta más que la comida, y eso es el cariño mío. Dos o tres veces por día me siento en la banca en el corredor de nuestra casa, e inmediatamente Mechas sube a la banca y recuesta su cabeza y sus patas delanteras en mis regazos . Deja cualquier cosa que está haciendo, para mostrarme con su cercanía que me quiere, y para asegurarse también que yo la quiero a ella. Cierra sus ojos de gozo y sonríe (es verdad). Cuando ya está contentísima, en la plenitud de su alegría, comienza a "hablarme" con una especie de ronronear, un suave susurro de puro deleite con que me agradece mi cariño. Literalmente, es una perrita que sabe hablar, y eso, creo yo, porque sabe amar. Si un perro podría ser un santo, sería Mechas. Cuando pongo la comida para los perros y sigo mi camino, Muñeco se olvida de mí y va para la comida. Pero Mechas se olvida de la comida, corre y se sienta adelante en mi camino para que me pare para acariciarla. Y nunca se aburre de esas caricias y ese cariño mutuo. Cuando al fin se me acaba el tiempo, y no puedo seguir con ella, me mira triste como para decir, "¿y por qué tan poco tiempo conmigo?" Mechas siempre viene corriendo para saludarme cuando llego al portón de la finca. Cuando pongo las botas para salir al cafetal, Mechas me sigue sin dejarme ni un segundo. No podría ser más fiel. Ella es parte de mi vida, y yo de la vida de ella. Mechitas tiene bien claras sus prioridades: vive sobre todas las cosas para amarme y ser amada por mí. Parece que nuestra amistad es todo para ella. La Biblia y la tradición hebrea nos dicen mucho sobre los animales. Génesis 1 narra que Dios nos creó juntos, animales y humanos, y con el mismo menú para alimentarnos, pues tanto humanos como animales éramos vegetarianos hasta el diluvio, cuando Dios nos permitió comer carne. En el segundo capítulo, cuando Adán está sólo, lo primero que hacde Dios es darle todos los animales para acompañarlo, como hasta hoy siguen haciendo. Además, estos relatos describen a los animales como "almas vivas" (Gén 1:24), igual que los seres humanos (2:7). El relato del diluvio habla también del "espíritu" de los animales (6:17; 7:15) y Dios hizo pacto con animales y humanos por igual (9:10, toda "alma viviente"; 9:12,15,16). La idea común que sólo los humanos tenemos alma y espíritu no viene de la Biblia sino de la filosofía griega. Nuestra diferencia de los animales no es eso, sino que somos imagen de Dios. Una bella canción de cuna afrocubana celebra la creación de los animales e igual que Génesis, su cercana unidad con la humanidad:Cuando el sol se meteY la luna sale empieza la fiestade los animalesDios nos hizo a todos,a todos por igual al niño y a la niña y a cada animal. Los rabinos judíos insistía en el buen trato a los animales. "Una persona que come antes de dar a sus animales", dijo un rabino, "no es una buena persona". Otro dijo, "Alguien que vende su caballo a una mala persona, es también una mala persona". Según otros rabinos, si uno maltrata a los animales, cuando al fin esté ante Dios y quiere defenderse, todos esos animales que maltrató se van a presentar en el juicio y aullarán a gritos y Dios lo condenará. No nos sorprende que los animales eran importantes en el huerto de Edén, en la plenitud de vida que Dios deseaba y desea para sus hijos e hijas. Tampoco debe sorprendernos la presencia de los animales en algunos relatos de la era mesiánica (Isaías 11:6-8; cf. Isa 35:9; Ezq 34:25-28; Os 2:18) y de la nueva creación (Isa 65:25). Los pasajes son muy específicos, con lobos y corderos, leopardos y cabritos, leones y bueyes, y hasta serpientes que se conforman con la dieta que Dios les asignó (Gén 3:14) y serán mascotas mansas para los niños que encabezarán el desfile de la vida (Isa 11:6-7). Como han señalado autores como C. S. Lewis, los animales son una parte importante de la existencia humana, y no hay razón de pensar que faltarán en la vida venidera. Hemos señalado que el argumento tradicional, que los animales no tienen alma o espíritu, es contrario a las escrituras. Si habrá árboles en la nueva creación (Ap 22:2), ¿qué impiden que hayan animales también? A diferencia de los humanos, eso no significa la resurrección de animales que han muerto, sino posiblemente la creación de nuevos animales. Por supuesto es discutible hasta que punto son literales estos pasajes, pero no es imposible que apuntan hacia realidades futuras. En la nueva creación, ¿podré tener una perrita parecida a mi querida Mechas? No sé, ¡pero espero que sí!