¡Los caminos de Dios son graciosos!
Algunas experiencias personales de las últimas decadas.
¡Los caminos de Dios son graciosos!
(Reflexiones autobiográficas)
a nuestro Dios le gusta sorprendernos y hacernos reír. Lo dijo Sara cuando llamó “Risa” (Isaac) a su hijo y declaró jubilosa “Dios me ha hecho reír”. Cuando reflexiono sobre las últimas décadas de nuestra vida, me encuentro con el sentido de humor de Dios. A veces me evoca una sonrisa contenta, otras veces carcajadas de sorpresa cómica.
A) La década de los 1980s, tanto en EE.UU como en América Latina, fue de mucha lucha ideológica y anti-comunismo. En Costa Rica fue también de fuertes luchas de liderazgo. En eso, algunos misioneros nos acusaron de comunistas, y llevaron sus acusaciones a las tres iglesias que desde 1954 habían apoyado nuestro ministerio: una que yo había pastoreado 1950-52, otra era la Iglesia de Doris y su familia y, por último, un campamento cristiano que apoya a misioneros alrededor del mundo.
La respuesta no tardó en llegar. La primera nos desafilió efectivo inmediatamente. La segunda también nos despidió, con seis meses de sueldo para la transición. El campamento nos avisó que pensaban secundar cualquier decisión que tomara la iglesia de Doris. ¡Quedamos huérfanos! Sabíamos que esto bien podría significar el fin de nuestro ministerio en América Latina. No teníamos ahorros y era casi imposible que nuevas iglesias aceptaran financiar a estos “comunistas’’.
Oramos mucho y redactábamos cada correo con sumo cuidado. La iglesia de Doris nos pidió prometer “no meternos en política” y otras demandas inaceptables para nosotros. Colegas de Costa Rica escribieron apoyándonos y un miembro de la Junta de la Misión Latinoamericana viajó hasta la iglesia para defendernos. Con el tiempo la iglesia abandonó sus demandas y votaron por aceptarnos como misioneros nuevos. Pudimos defender la integridad de nuestras convicciones y nuestra conducta, sin perder ni un mes de salario, gracias a Dios.
¡Gracias a esa iglesia por su objetividad, sabiduría y amor! ¡Qué Dios les bendiga!
Durante este proceso muchas personas se solidarizaron con nosotros y algunos comenzaron a contribuir muy generosamente para nuestro salario. Han seguido hasta la actualidad, y otros se han unido. Nos hallábamos ante la bancarrota, y Dios usó una grave crisis ministerial para estabilizar nuestras finanzas hasta el día de hoy.
¡Qué simpático! ¡Gracias, buen Dios!
B) Yo no quería ser escritor. “Yo nací para hablar”, decía, “no para escribir”. Citaba una base filosófica y una base cristológica: Sócrates y Jesús no fueron escritores pero afectaron profundamente la vida humana. Ya existían muchos autores; no hacía falta yo.
Símbolo de toda esa antipatía era mi máquina de escribir. Peleaba conmigo y no quería dejarme redactar. Y lo peor, nunca me perdonaba mis errores. ¡Un solo dedazo, y a volver a copiar toda la página! ¡Más razón para no escribir!
Pero en eso intervino Dios y me envió una nueva amiga, ¡mi computadora (c.c. procesador)! Esta amiga conversaba conmigo, corregía mis errores amablemente, y me ayudó a escribir, alegremente, muchísimos artículos y unos cuantos libros. ¿Quién lo hubiera esperado?
Gracias, Señor, y gracias a los que me animaron (Alec Clifford, Horacio Fenton y especialmente René Padilla).
C) Comenzar un sitio-web nunca fue idea mía tampoco. En diciembre de 2006 Ricky, nuestro hijo menor que es técnico en computación, me dijo “Papi, te estoy preparando una sorpresa para esta Navidad”. El regalo se llama, hasta hoy, “juanstam.com”. Al principio no me llamó mucho la atención ni tuve muchas expectativas, pero pegué unos artículos, más para no quedar de malagradecido con mi hijo que por esperar mucha respuesta. Pero la gente respondía cada vez más y me animaba semana a semana a poner mi pensamiento y mi vida misma por escrito, con gran alegría y entusiasmo. Me han nacido artículos de exégesis, de teología y de historia; de denuncia a diestra y siniestra, de humor e interés humano. Todos están en juanstam.com esperando al lector/a.
¡Gracias, buen Dios; gracias querido Ricky!
D) Una experiencia reciente me inspiró toda esta serie de reflexiones eucarísticas. Hace unos años mi libro Las buenas nuevas de la creación fue traducido al portugués. Ahora unos hermanos brasileiros, que quieren compartir la teología nuestra con los hermanos del norte, ¡me han solicitado autorización para traducir dicho libro del portugués al inglés! La experiencia me pareció chistosa: un misionero “gringo-tico” escribe un libro en castellano, lo traducen al portugués y del portugués al inglés, casi ¡como volver a su origen! Chistoso no para carcajadas, pero eso sí ¡para una buena risa!
¡Gracias, Padre, por tu sentido de humor en nuestras vidas!