Homenaje al obispo Federico Pagura

La inspiración de su ejemplo vivirá en todos los que lo hemos amado

Juan Stam
Juan Stam

Hasta pronto, amigo Pagura

Hacia finales de los años 60, cuando el hermano Federico Pagura iniciaba su labor como obispo de Costa Rica y Panamá, Doris y yo lo invitamos a un picnic del Seminario Bíblico en nuestra finquita en Sabanilla de Montes de Oca en Costa Rica. Poco después conocimos también a su joven hijo Rubén, que sentado con su guitarra en las gradas de la plataforma de la capilla, nos deleitó con un concierto de música argentina.

Para el Seminario fue el primero de muchos contactos, y para nosotros el inicio de una amistad que duraría toda la vida y que cambiaría nuestras vidas significativamente.

En 1971 el obispo Pagura y otros líderes cristianos iniciaron el movimiento "Éxodo" para promover una fe comprometida en Costa Rica mediante reflexiones bíblicas y teológicas, junto con análisis de la realidad latinoamericana. Nuestro estudiante y amigo, Victorio Araya, que antes me había persuadido a acompañarle en la marcha del primero de mayo, ahora me animó a participar en este nuevo movimiento. Entre los recuerdos de mis experiencias en Éxodo se destaca una celebración de Santa Cena oficiada por don Federico, que me conmovió profundamente. Como toda la espiritualidad del obispo, esa eucaristía expresó su ardiente amor por el Señor Jesucristo y su muy valiente compromiso con el Crucificado y Resucitado. Fue una experiencia impactante.

La espiritualidad revolucionaria del obispo Pagura ayudó a convencerme de que no hay contradicción entre el evangelio y la búsqueda de unidad entre las iglesias, que de hecho nace del mismo corazón de Jesús. Tampoco la hay entre la teología evangélica y el ecumenismo; no son términos contrarios, ni mucho menos antagónicos. Se trata de ser un ecuménico evangélico y un evangélico ecuménico y, sobre todo, un cristiano fiel. La amistad del hermano Federico y la inspiración de su ejemplo orientaron mis participaciones ecuménicas en las décadas que siguieron.

A través de los años he vuelto a encontrarme con el amado amigo en diferentes países, especialmente Cuba y Nicaragua, además de Costa Rica. Hace unos años, en una visita al DEI (Costa Rica), me sentí muy honrado cuando Pagura hizo referencia a nuestra amistad y a mi blog, contando que a veces lo reenviaba a sus amigos/as más conservadores, y poco acostumbrados al lenguaje ecuménico. Fue un gran ejemplo de la humildad y espíritu de unidad del obispo Pagura.

Quisiera compartir con ustedes dos enlaces de interés sobre la vida y espiritualidad del obispo Pagura.  El primero, que él tituló Sursum Corda (Arriba los corazones), es una hermosa meditación sobre su propia vida y su fe: Sursum Corda.  El segundo es un informe de una de las últimas visitas internacionales del obispo, a la isla de Puerto Rico: Perspectivas sobre el Ecumenismo, la Misión y los Derechos Humanos.

La vida y ministerio del obispo Federico Pagura tocaron las vidas de muchos, y en muchos países. Su legado vivirá para siempre en todos los que tuvimos el gran privilegio de compartir con él.  En una nota enviada por su hijo Rubén a un grupo de amigos, circuló la siguiente cita de un poema escrito por don Federico en 1975, poema que resume su visión de vida auténtica:

“No tengo miedo a la muerte miedo tengo a la vida sin sentido_ _que no se juega por nada y que alimenta sus horas de egoísmo.”

Mil gracias, amado amigo Federico, por la inspiración de tu vida y tu fe.  Hasta pronto, amigo Pagura.



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