En la nueva Jerusalén hay mucha riqueza, pero es para todos al igual.

Meditación contextual sobre Apocalipsis 21:9-21

Juan Stam
Juan Stam

En la nueva Jerusalén hay mucha riqueza, pero es para todos al igual

(Apocalipsis 21:9-21)

   Pablo Richard subraya que todo este largo pasaje es una inclusión, que comienza y termina con una referencia casi idéntica al oro (21:18,21) y observa que al servir como calle, "el oro pierde así su valor de cambio y su fetichismo, y se transforma en valor de uso" (1994:199). La riqueza no es algo muerto, reificado, para depositar en un banco, sino algo útil, un camino para caminar sobre ella hacia la gloria de Dios en el bien de todos.[1]

   Aquí el contraste con la ramera es aleccionador. Ella estaba vestida de púrpura y escarlata, adornada con oro, con piedras preciosas y perlas (17:4). Con ella, toda esa riqueza estaba prostituida a los intereses egoístas de ella y sus amantes.[2] No puede ser coincidencia que ahora, en la nueva Jerusalén, esposa del Cordero, las mismas riquezas están presentes (menos la ropa lujosa), pero su uso es totalmente distinto.[3] El oro está socializado de modo que toda la ciudad es de oro. (Hoy día también, no falta oro en el mundo; lo que falta es su distribución equitativa). Las piedras preciosas ahora son los cimientos de la muralla, los fundamentos en que se basa toda la vida comunitaria. Y las perlas, que las tenía prostituidas la ramera, ahora aparecen como 12 perlas inimaginablemente enormes que son las bellísimas puertas de la ciudad, donde todos pueden entrar y salir libremente.

   En el imperio romano, con su lucrativo comercio de lujos (18:11-19), toda la riqueza, simbolizada por las joyas de la ramera, era propiedad privada, de ella y sus aliados. Pero en la nueva Jerusalén, la riqueza es del pueblo, como eran las calles, murallas y puertas de las ciudades antiguas. Nadie podría declararse dueño de un kilómetro de la Via Appiao de la Calle Dorada de Esmirna, ni del bulevar de oro de la nueva Jerusalén. Tampoco podría alguien declarar suyo propio cien codos del jaspe de la muralla, o cincuenta kilos de la esmeralda del cuarto cimiento del muro.

   Las bendiciones de la vida eterna no serán sólo espirituales; se describen también como claramente materiales. La nueva Jerusalén desciende del cielo, pero desciende cargada de riquezas para establecerse en la nueva tierra. La nueva Jerusalén es una ciudad de riqueza en abundancia, pero riqueza para todos.

   Tampoco son puramente individuales esas bendiciones. Lo que encontramos es una comunidad que vive su abundancia en justicia e igualdad, como Dios quiere. Aquí el poder y la riqueza están compartidos en forma igualitaria, pues todos y todas son reyes y sacerdotes. Nadie es más rey ni más sacerdote que otros, ni nadie menos tampoco. La meta final de la Ciudad de Dios es un gobierno plena y perfectamente participativo.[4]

Es obvio que el tema económico está muy presente en esta descripción, como en todo el libro del Apocalipsis, pero por supuesto no es el único tema. Como hemos visto a través de esta exposición, la visión de la nueva Jerusalén revela la belleza y la inmensa gloria de Dios presente en su pueblo; revela también la gracia de Dios en su pacto con nosotros; revela la grandeza del pueblo de Dios y su privilegio de ser por la eternidad el lugar santísimo del Señor (21:16); y revela la continuidad coherente de la acción de Dios en la historia de la salvación (patriarcas y apóstoles). Como visión de la suprema belleza este pasaje pone el toque final a la estética apocalíptica que caracteriza todo el libro. Sin embargo, la dimensión económica, tan evidente y enfática, es la que menos perciben los lectores del Apocalipsis hoy.

[1] Cf. R.M. Royalty, "The Streets of Heaven: The Imagery and Ideology of Wealth in the Apocalypse of St John" (disertación Yale 1995, citado en Aune I 1997:258c).

[2] Para esta interpretación económica de la ramera, véase la exposición de 17:1-19:4 passim.

[3] La ramera se viste de lujosa púrpura y escarlata, que no aparecen en la descripción de la nueva Jerusalén. La novia del Cordero se viste con lino fino, limpio y resplandeciente.

[4] Puede consultarse "El poder económico de la gran bestia" (Stam 1998A:62-99; 2004:79-128), especialmente "Dios no es neoliberal" (1998A:81-96; 2004:104-123). Pueden verse también en juanstam.com varios artículos sobre el Jubileo, el Pentecostés y otros pasajes relacionados con esta temática.


Comentarios

LILE lilejosvier@hotmail.es

amigo juan stam esto no es para molestarse sino para responder con las santas escriturasle estare muy agradecido

LILE lilejosvier@hotmail.es

saludos para mi amigo juan stam espero que me pueda ayudar con este tema por que se le dice calles de oro mar de cristal a la nueva jerusalen.


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