El Dios que hace nuevas todas las cosas (breve exposición de Apoc 21:5, del Tomo IV del comentario)
Los verbos de tiempo presente, en medio de otros verbos futuro, sugieren que Dios no sólo va a re-novar todas las cosas al final de la historia, sino que es un Dios que siempre quiere hacer nuevas todas las cosas. Es un Dios transformador, no un Dios estático de status quo.
El Dios que hace nuevas todas las cosas
(breve comentario sobre Ap 21:5)
Ahora, después de la voz del trono (21:3), habla Dios mismo desde ese trono: El que estaba sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las cosas". Y añadió: "Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza" (21:5).[1] Esta es la última vez que Dios se describe por el título propio que le asignó el capítulo cuatro, "el que ocupa el trono" (4:2,9). Aquí, desde su trono, Dios habla, en primera persona singular, por segunda y última vez en el libro (cf. 1:8).[2] Interviene para anunciar que está haciendo nuevas todas las cosas. Esta declaración, a la mitad del pasaje, reitera en palabras distintas la afirmación de 21:1 (nueva creación) y constituye una especie de eje central de 21:3-8.[3]
Dos detalles gramaticales en esta frase llaman la atención. Primero, hay una cambio repentino al tiempo presente del verbo, después de una serie de verbos en futuro (21:3-4) y seguido también por otros verbos en futuro (21:6-7). Segundo, el complemento adjetival "nuevas" está en primer lugar, para mayor énfasis en lo nuevo de lo que Dios crea. Se podría traducir en forma literal como "He aquí nuevas estoy haciendo todas las cosas" (Idou kaina poiô panta). El tiempo presente de "hago" probablemente se debe a su inspiración en Is 43:19, "Miren que realizo algo nuevo [participio Qal en hebreo], ya está brotando" [BJ]. Ese texto se refiere claramente a la restauración de la nación judía después del retorno del exilio. Juan hubiera podido cambiar el verbo al futuro, de acuerdo con el contexto y con los verbos antes y después, pero lo dejó en tiempo presente.[4]
Es evidente que con esta frase Juan está elaborando lo dicho antes en 21:1, pero podemos darlo una interpretación más amplia, como expresión del carácter de nuestro Dios.Es un Dios transformador y renovador, un Dios siempre dispuesto para hacer nuevas todas las cosas.[5] En palabras de Foulkes (1989:222), "El Dios del Apocalipsis es el Dios desconforme con la creación que conocemos hoy, el Dios que siempre quiere producir un orden espontáneamente obediente a su reinado".
Aquí se trata de nuevo de la relación entre el "ya" y el "todavía no". Es fundamental nuestra esperanza en la nueva creación que anuncia este pasaje, pero en el Nuevo Testamento ese "todavía no" futuro tiene también su "ya" presente. Como bien afirma Caird (1966:266), "Dios siempre está haciendo nuevas todas las cosas, y de eso depende la esperanza del mundo". Sobre todo, Dios hace nuevas todas las cosas en el nuevo nacimiento por fe en Cristo: "si hay alguien en Cristo, hay nueva creación" (2Co 5:17 gr.). El evangelio es el poder de Dios para la constante transformación y renovación de la vida (2Co 3:18; 4:16; Gál 5:15; Stg 1:18). Nuestras luchas y sufrimientos ahora, como las del mundo en que vivimos, son los dolores de parto de esa nueva creación (Ro 8:19-22). ¿Cómo puede ser posible caminar con el Dios que hace nuevas todas las cosas, y llevar en este mundo una vida conformista, pasiva y estática?[6]
Podemos estar seguros de que Juan no describe esta nueva creación, donde la comunión con Dios será perfecta y no habrá muerte ni lágrimas, sólo para dar conocimientos a los fieles e instruirlos sobre el futuro del mundo. Como todo el libro, en su carácter pastoral, estos pasajes son también un llamado a la fidelidad dentro del contexto histórico de ellos. Eso debe de haber incluido un cambio de su concepto del imperio romano y su actitud hacia la opresión. El mismo mensaje crítico y utópico de Juan en todo este libro puede verse como un esfuerzo de transformar, dentro de las circunstancias históricas de su vida y misión, la realidad de su mundo, inspirado por el Dios que transforma todas las cosas, ahora y, en plenitud, al final de la historia. A nosotros también Dios nos llama a ser agentes de transformación, guiados por la palabra y movidos por el Espíritu, marchando por la historia de la mano de Aquel que hace nuevas todas las cosas.
[1] Según una referencia posterior, el trono de Dios ya se ubica en la tierra, en la nueva Jerusalén (22:3).
[2] No es imposible que "una voz del cielo", o del trono o del altar (16:1,17; 10:4; 14:13; 18:4), sea la voz de Dios mismo, pero la referencia es ambigua. Beale (1999:1055d) observa que las dos veces que el Apocalipsis cita palabras de Dios, Dios se identifica como Alfa y Omega, al inicio del libro (1:8) y al final (21:6). Para Beale eso no es coincidencia sino señala que Dios es Señor soberano de toda la historia y todo el futuro. El Alfa y la Omega está sentado en el trono del universo.
[3] Mientras que en 21:1 la nueva creación se expresa por sustantivos, 21:5 es más dramático, con un verbo indicativo (poiô) cuyo sujeto activo es Dios mismo. Aquí la nueva creación es vista como una acción del Creador.
[4] Juan cambia "una cosa nueva" de Is 43:19 a "todas las cosas nuevas", de acuerdo con el contexto escatológico de este pasaje.
[5] Este carácter transformador de Dios corresponde al sentido de "Yahvéh" como "seré el que seré" (ver nuestro articulo "Yo soy el que soy", en juanstam.com 15 junio 20100.
[6] Ladd (1978:247d) comenta sobre Ap 21:5: "Al contrario de las apariencias externas, la existencia no es estática. Detrás de la creación está el Creador, Aquel que hace nuevas todas las cosas. Esta renovación ya ha sido obrada en principio en Cristo".