Conversando con un lector:
El pastor Vidal Godoy plantea una pregunta muy interesante: Si los profetas verdaderos también podían equivocarse (como Jonás), son válidos Deut 18:20-22 y 13:1-5 como criterios de falsa profecía?
Conversando con un lector:El pastor Vital Godoy, de la Iglesia Bautista de Olavarría, escribió en Pulso Cristiano (Argentina, 6 de diciembre de 2008) un valioso comentario sobre mi artículo, "Peter Wagner, ¿Apóstol o Falso Profeta", en el cual apelé a Deuteronomio 13:1-5 y 18:20-22 como criterios para reconocer a los falsos profetas. El hermano levanta unas preguntas sumamente interesantes:"¿Qué hacer con los falsos profetas? ¿O qué hacer con un profeta cuya profecía no se cumple? No es lo mismo un falso profeta, que de acuerdo a la Escritura se dedica a profetizar sin tener el oficio, que continuamente declara falsedades. Ese sí debe morir, porque está usurpando un oficio. Esto es peligrosísimo, es como un falso médico o un falso ingeniero o cualquier otro que presume una profesión para la cual no calificó. Ninguno de nosotros duda del oficio profesional profético de Jonás, pero su mayor profecía jamás se cumplió. De igual manera entendemos que uno de los más grandes profetas de Dios fue Eliseo, quien en el libro de 2 Reyes, capítulo 3 entrega una interesante profecía de victoria total para Israel. Es más, pide un "tañedor" el que al son de vibrantes sones de su arpa pone el clima apropiado para que se inspire el profeta. Por desgracia el rey pagano Mesa, luego de sacrificar a su primogénito a los demonios en el muro de su palacio, logra revertir la profecía. Israel no logró la victoria profetizada por Eliseo. No tengo intención de cambiar las ideas de nadie, todo argumento que trate de explicar lo que pasó con estos dos profetas seguramente serán válidos, por lo tanto tomémonos el mismo trabajo para aplicárselos a Peter Wagner. Personalmente, mirando la Escritura encuentro un nutrido bagaje de casos muy parecidos, es que un profeta declara la perfecta voluntad de Dios, pero la palabra soltada cae en manos de la única criatura que puede abortar el plan de Dios, el hombre." Agradezco estas reflexiones tan serias, y me permito agregar unas observaciones:(1) Los dos casos que plantea el hermano Godoy son asuntos de crítica histórica, no de exégesis ni de teología bíblica. No creo que afecten el sentido de los textos citados, que sin duda corresponde al pensamiento del deuteronomista. En el contexto, la intención del autor era la de advertir muy solemnemente contra la adivinación. ¿Puede alguien negar que muchas de las "profecías" hoy son adivinación?(2) Mucho menos deben entrar aquí cuestiones de "inerrancia", que es todo un tema aparte. Si hay error histórico en 2 Reyes 3, es igualmente posible que fuera del autor del texto y no necesariamente de Eliseo. Además, hay que tomar en cuenta que las categorías del pensamiento semítico (verdad, error, profecía, cumplimiento) eran muy diferentes a los criterios de hoy.(3) El profetismo de Israel siempre iba acompañado de la falsa profecía, y los profetas fieles no tenían reparos en identificarla y denunciarla. Hoy tenemos la misma obligación. Dada toda la historia de Peter Wagner, sobran razones para señalarlo como falso profeta. Es un deber, en fidelidad al Señor.(4) En el caso de Jonás, debe tomarse en cuenta el género literario del libro y su intensión teológica (misionológica). Es un fuerte ataque contra el nacionalismo etnocéntrico de Israel, y quizá el mensaje misionero más claro del Antiguo Testamento. Es obvio que el anuncio de la destrucción de Nínive, capital del gran enemigo Asiria, fue condicional. Nínive se arrepintió y se salvó del juicio. Quién debía arrepentirse y no lo hizo, fue Jonás.(5) Los hebreos acostumbraban expresar sus afirmaciones incondicionalmente, dando por sentado que los y las lectores tomarían en cuenta intuitivamente esas condicionalidades. Un ejemplo son los diez mandamientos; Dios manda "no matarás" pero después manda matar, y castiga a Saúl por no matar. Hoy día, en el pensamiento moderno occidental, deben explicitarse esas condiciones o no son parte de la profecía. Cuando una profecía de sanidad o prosperidad u otro milagro no se realiza, la respuesta típica es, "eso es porque no tuviste fe". Pero según nuestra lógica ahora, y con el concepto de profecía como predicción, eso no vale si la condición no figuraba en la profecía misma. (Véase "Significado bíblico de 'Profecía' y 'cumplimiento'" en este sitio web).(6) Bíblicamente, las profecías y los milagros solían acompañar íntegramente a la historia de la salvación. La veracidad esencial de los profetas fieles fue su compromiso con el proyecto histórico de Dios. Hoy día también, profecías que no se relacionan con ese proyecto divino deben ser cuestionadas.(7) En esa perspectiva, hay un aspecto en que todos (o casi todos) los profetas "se equivocaron". El biblista bautista, G.R. Beasley-Murray (Nuevo Comentario Bíblico, p.966), autoridad máxima en asuntos de profecía y escatología, lo explica en su comentario sobre Apocalipsis:"No hay duda alguna que Roma era la ciudad ramera... Como tal era el último imperio sobre el cual el diablo ejercería su predominio... El vidente pareciera sugerir que muy pronto ocurriría el juicio mesiánico... Antes de abrir juicio sobre este tema, es preciso señalar que el punto de vista sustentado por Juan en nada difiere al de sus predecesores en el ministerio profético. Todos los profetas aspiraban al derrocamiento de la nación opresora de su época, seguido por el establecimiento del reino de Dios. Isaías aspiraba a la liberación mesiánica tras el juicio de Dios contra Asiria (ver e.g. Is 10:11), Habacuc a la destrucción de Babilonia (Hab 2:2,3). Jeremías, Isaías y Ezequiel profetizaron acerca del establecimiento del reino luego del retorno de los judíos bajo el reinado de Ciro (e.g. Jer 29:31; Is 49:51; Ez 26). Hageo, al escribir luego de ese retorno, predijo el advenimiento del reino una vez terminada la reconstrucción del templo que se hacía en esos momentos (Hag 2), en tanto que todas las visiones de Daniel situaban el fin después del derrocamiento de Antíoco Epífanes. De manera similar, en el NT se espera la segunda venida de Cristo en un futuro cercano (e.g. Ro 13:11-12; 1 Co 7:29-30; He 10:37; Stg 5:3; 1 P 4:7; 1 Jn 2:18; Ap 1:3). Aun nuestro Señor sitúa su enseñanza respecto a la segunda venida al mismo nivel que sus profecías que se refieren a la caída de Jerusalén (ver Mr 13)."Creo que estas evidencias vienen a confirmar que predicción futura es secundaria en el profetismo, muy subordinada a las exigencias éticas proféticasDe nuevo, gracias al hermano Godoy por su muy valioso aporte.