Apoyo "cristiano" a la corrupción y la "dictadura en democracia"
Dos diputados protestantes tenían en sus manos el futuro de Costa Rica, y optaron por el continuismo, el oficialismo, la corrupción y la manipulación anti-democrática.
Apoyo "cristiano" a la corrupción
y a la "dictadura en democracia"
(primero de mayo de 2012)
Desde hace varias décadas la política costarricense ha sido dominada por el Partido Liberación Nacional (PLN), de origen social-cristiano, pero que desde la primera presidencia de Oscar Arias (1986-1990) ha venido abandonando esos principios sociales para imponer el neoliberalismo. En ambos períodos Arias gobernó a favor de los ricos y poderosos, intentó privatizar diferentes servicios públicos y buscaba lograr por decreto ejecutivo lo que no podía logar mediante canales democráticos. Su grupo, en sus dos períodos en la presidencia, se enriqueció exorbitantemente y creció mucho la desigualdad económica.
En los últimos años, desde antes del segundo período presidencial de Arias (2006-2010), el PLN ha venido extendiendo los tentáculos de su poder hegemónico en todas las ramas del gobierno y de la sociedad. Así, para poder postularse para un segundo período presidencial, Arias logró que la Sala Constitucional cambiara unilateralmente (e ilegalmente) la Constitución para abrirle el camino a su candidatura presidencial. En su megalomanía veía toda oposición como "ingobernabilidad", se declaró "el capitán del barco" e instauró su "dictadura en democracia". Apoyado por los medios de comunicación, controló casi totalmente las instancias judiciales y por medio de su aliado, Francisco Pacheco, presidente de la Asamblea Legislativa, manipularon al Congreso en formas anti-democráticas y a menudo tramposas. La meta suprema de todo el gobierno era lograr la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos de Norteamérica. Para esa meta, violaban las leyes impunemente.
Durante la presidencia de Oscar Arias estaba en la Asamblea Legislativa un pastor evangélico, don Guyón Massey. De la voz de este pastor nunca se escuchó ni una sola palabra profética. Como suelen ser los diputados cristianos, era un peón fiel y sumiso del oficialismo. Típicamente le interesaban casi solamente dos cosas: los beneficios y prebendas para las iglesias, y los temas candentes sexuales: aborto, fertilización en vitro y sobre todo la homosexualidad (ver www.juanstam.com, "Carta Abierta al diputado Guyón Massey", 15 nov 2007).
Después de la elección de 2010, en que Sra. Laura Chinchilla quedó de presidente, el PLN se esforzaba por mantener su hegemonía total sobre todo el gobierno pero se le hacía más difícil. En el período 2010-11 el PLN controlaba el congreso, a menudo abusivamente, por medio del nuevo presidente de la Asamblea, el diputado Luis Guillermo Villanueva. Todos los días aparecieron nuevos casos de corrupción, en los más altos niveles del gobierno, de ministros, ejecutivos, diputados y otros. Algunos fueron acusados ante la ley, otros tuvieron que renunciar a sus puestos. Naturalmente, el oficialismo hizo todo lo posible para encubrir los delitos de sus aliados.
Ahora había dos diputados evangélicos en la Asamblea: el pastor Carlos Avendaño de Restauración Nacional y Justo Orozco, educador y empresario, de Renovación Costarricense.[1] ¿Pero qué hizo Avendaño para la restauración de la patria o Justo Orozco para la renovación de Costa Rica? Muy poco o nada. Nunca se oyó una palabra profética de ellos; la voz de la justicia quedó muda. Nada de denuncia de la corrupción y los crímenes, de la manipulación y procedimientos anti-democráticos, mucho menos de la injusticia económica, la pobreza y el hambre. Avendaño promovió una ley de igualdad religiosa, y ambos evangélicos siguieron con su cruzada de moralidad sexual, pero nada más. (Para cartas abiertas al diputado Orozco, ver www.juanstam.com 2 junio 2010 y 27 dic 2011).
El primero de mayo de 2011 todos los partidos de oposición se unieron en una "Alianza por Costa Rica". Es decir, todos menos Orozco y Avendaño, que se mantuvieron fieles al oficialismo (PLN). Y con una dura lucha, ese primero de mayo del año pasado, la Alianza logró ganar la presidencia de la Asamblea. Juan Carlos Mendoza, joven hijo de una destacada familia evangélica, presidió brillantemente las sesiones del parlamento y luchó por los cambios necesarios. La lucha era recia, hubo encontronazos vehementes, pero el presidente de la Asamblea ganó la admiración de tirios y troyanos y del país entero. Naturalmente hubo errores, y algunos fracasos, pero la Alianza apuntó excelentes logros. La mayor parte de los fracasos eran culpa del gobierno mismo y de la fracción liberacionista. A finales del año Juan Carlos dio un balance positivo muy bien documentado, al cual, típicamente, los medios y el oficialismo no dieron la menor seriedad.
La Alianza por Costa Rica, firmado formalmente por todos los partidos y diputados/as participantes, fue planeada para alcanzar la fecha de las elecciones de 2014; según esos acuerdos, en 2012 la presidencia de la Asamblea le tocaría al Partido Libertario. Sin embargo, el partido oficial (PLN) comenzó a negociar con varios partidos a ver cómo podría quebrar la Alianza por Costa Rica. La tarde del 23 de abril el PASE (Partido de Accesibilidad sin Exclusión) anunció en conferencia de prensa que abandonaba la Alianza y se unía con PLN para devolver al oficialismo el control de la Asamblea. Agregó que con el voto de Carlos Avendaño (PR), ya pactado también, tenían garantizados los 29 votos necesarios para ganar toda la papeleta para dirigir la Asamblea.
Justo Orozco, el otro diputado protestante, confesó que "Yo voy con los que van a ganar", frase que reveló la actitud fundamental de muchos políticos evangélicos: el oportunismo pragmático, sin brújula de ética política. Don Justo esperó unos días hasta que le ofrecieron también un puesto en la directiva de la Asamblea. Fueron estos dos votos "evangélicos" que dieron al oficialismo la victoria para retomar su acostumbrada hegemonía (24 de PLN y 4 de PASE, más Avendaño y Orozco). En vez de denunciar la corrupción proféticamente, estos diputados protestantes votaron por ella; en vez de ayudar a arrancarla de raíz, pactaron con ella y dieron los votos decisivos para devolverla al poder, para seguir robando al país y para financiar su clientelismo en las elecciones de 2014.
La noche del primero de mayo, en Radio Gigante, Justo Orozco como de costumbre se declaró un buen cristiano, temeroso de Dios, y atacó a su colega diputado Claudio Monge, posible candidato presidencial para 2014. Monge contestó por teléfono, acusando a Orozco de mentir, y expresó una frase muy chocante y desagradable pero que debe hacernos pensar seriamente. "el perro de mi casa", dijo Monge, " es más cristiano que ese señor".
Que un líder nacional dijera tal cosa de un político evangélico es profundamente preocupante. La expresión tan cruda del diputado Monge nos plantea preguntas muy serias. ¿En la acción de nuestros políticos protestantes, queda algo que podría llamarse específicamente cristiano? ¿Cuánto hay en su conducta que es de hecho anti-cristiano? Y a un nivel más profundo, ¿desde la Biblia y la sana teología, cómo deberían ser y actuar nuestros políticos, y todos nosotros como comunidad de fe en este país?
Y una pregunta todavía más profunda: ¿Qué significa ser "cristiano" y "cristiana" hoy en América Latina?
Las iglesias protestantes ya son una fuerza muy importante y un bloque electoral que garantiza que tendremos más congresistas y líderes nacionales en el futuro. Urge enseñar a las iglesias una teología bíblica y cristiana de la política. Urge urgentemente con mucha urgencia (viva la redundundancia).
[1] Ambos partidos, como también Frente Amplio, son unipersonales, pero gozan de muchos de los derechos de los demás partidos.